"Las ideas son menos interesantes que los seres humanos que las inventan" FranÇois Truffaut

domingo, marzo 01, 2015

Comienza House of Cards, 3ª temporada. Por un New Old Deal

Frank Underwood ya es presidente de los Estados Unidos.  Lo que resulta no ser gran cosa.  Sin legitimidad, ya que no ha sido elegido, y sin el apoyo de su partido, que busca un nuevo candidato, Underwood está entre la cara y la pared de los intereses creados y su propia ambición personal.  Incluso la noble tarea de tratar de mejorar la situación general del país pasa por su interés propio de dejar un "legado". 

House of Cards es cínica allá donde El ala oeste de la Casa Blanca era idealista.  Si en la corte del presidente Bartlet primaban las buenas intenciones y los proyectos ideológicos aunque desinteresados, alrededor de Underwood se respira el aire enrarecido de intereses espurios y el descarando qué-hay-de-lo-mío.

Sin embargo, tanto en la cínica como en la idealista late lo esencial de una democracia liberal:  un fondo moral de grandes valores que se engarzan en una competencia partidista que limita el poder para que nunca se convierta en absoluto.  La democracia liberal realmente está corrompida cuando se olvida ese fondo moral y todo se fía al automatismo formal.

Se plantean los dos problemas mayúsculos en una democracia: el conflicto entre el corto plazo electoral y el largo plazo.  O dicho de otro modo, entre las veleidades de un pueblo que se deja llevar por una lógica emocional y el principio de realidad contra el que se estrellan más temprano que tarde los populismos irresponsables.




Este principio de realidad que lleva a Underwood, un demócrata, en una fabulosa pirueta retórica a apelar al espíritu de Roosevelt para implemenetar un New Deal que sería la tumba de aquel otro New Deal.  De este modo, Underwood pretende desmantelar el "Estado de Bienestar" rooselvetiano, consistente en que cada uno cuida la espalda de los demás, por uno de corte más liberal, en el que cada uno se cuida de sí misma y el Estado en lugar de intervenir en el mercado lo que trata es de multiplicarlo, aplicando las ayudas que ahora destina a la beneficiencia únicamente a la promoción directa del empleo.  Su plan  es "American Works", que supone desmantelar el Estado de Bienestar rooselvetiano, centrado en la asistencia, para construir un Estado de Bienestar underwoodiano basado en el empleo.  Aunque sigue confiando en la labor del Estado, que sigue siendo igualmente grande e intervencionista: se basa en aumentar el Ejército, realizar una especie de "Plan E" de infraestructuras y "colaborar" con el sector privado con unos sucedáneos del "Plan PIVE".  La típica receta keynesiana sin el espíritu rooselvetiano.  Es decir, socialismo crony o clientelista.  Sin embargo, imaginen a Paul Krugman ante la perspectiva de cambiar de posición 500.000 millones de dólares cuando su plan sería elevar la cuantía total a 1.000.000.000









Es genial cómo vende la obligación de dimitir como un sacrificio personal en las urnas basado en su deber político.  Por último, ofrece una magnífica demostración de otro de los procedimientos en los que se basa una política liberal: la de conjeturar  y refutar, como las entendía Popper.  Porque a diferencia de los sistemas totalitarios, basados en dogmas ideológicos, el liberalismo como sistema político no tiene a prioris sino problemas que hay que resolver mediante el método de ensayo y error, de destrucción y creación shumpeteriano.









Frank Underwood es, antes de nada, de su cinismo y su nihilismo moral, un político de convicciones, un político con una visión (y una versión de lo ya existente).





Por otro lado, también tenemos el problema del "secuestro" del poder político por el poder económico cuando se depende del dinero para poder llegar, vía propaganda mediática, al pueblo que a la hora de la información se comporta más bien como masa que como sujeto ilustrado.  En España tenemos el ejempo de cómo los políticos suelen estar a sueldo de las grandes empresas cuando terminan su actividad política, a veces incluso antes.  Quizás el crowdfunding podría, al menos en parte, solucionar esta dependencia de las grandes empresas por parte del resto de los poderes.  Así, Podemos y la nueva iniciativa periodística de Pedro J. Ramírez, El Español.






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